De chico tengo muy pocos recuerdos, entiéndase momentos casi grabados por una película de los que quizás no me olvide jamás. A pesar de eso y de que la mayoría de ellos son en el estadio Playa Ancha viendo al Wanderers, el resto son de lugares y cosas que normalicé en mi vida a pesar que con el pasar de los años cambiaron drásticamente.
Entro por una puerta de pino oregón que parece ser muy antigua, busco a alguien para que me cuente algo de historia del Emporio Naval y parezco un niño que se ve superado por una suerte de supermercado a cuadras de tu casa en el que debes malabares para hablar con la persona al otro lado de la estantería.
Ahí me encuentro con Elizabeth Parra que maneja el local junto a su marido, y a pesar de llevar muy poco tiempo para ellos el Almacén no es un lugar nuevo, la hermana de ella estuvo cerca de dos décadas a cargo de esta tienda que posee todos los abarrotes que uno pudiese imaginar. La señora Elizabeth me comenta orgullosamente que el negocio ha crecido bastante y que su horario de cierre hasta altas horas de la madrugada permite que vengan vecinos de otros cerros a comprar, «hasta tenemos dos turnos de cuatro personas cada uno», afirma.
La Bota y Playa Ancha
Corría finales de 1800 y Valparaíso en su época dorada se vería influenciada por diversas colonias, entre ellas la italiana, estos abandonaban su patria debido a las crisis económicas que afectaban a sus pueblos de origen y eligen a la Joya del Pacífico como su destino de oportunidades. Y fue a partir de la colonia italiana que surge el Emporio Naval,
De propiedad los hermanos Ángel y Augusto Ardito, esta tienda en sus comienzos ofrecía un amplio surtido de abarrotes, artículos de loza y cristalería, entre muchos otros. Originalmente ubicado en Cerro Artillería y fundado en 1926, luego de un poco andar los propietarios se cambiarían literalmente a la esquina de enfrente donde se quedarían hasta hoy, en Playa Ancha.
El Emporio Naval (término acuñado del idioma italiano) o Almacén Naval aún mantiene parte de su inmueble original, como sus puertas o parte de la estantería, lamentablemente por motivos del mismo desarrollo del local fue necesario cambiar algunas cosas originales asegura Parra, «por mí se hubiese mantenido el piso de pino oregón al igual que las puertas, pero se van pidiendo otras cosas, por necesidad hay que mezclar las cosas antiguas con las modernas»
Por el Almacén han pasado por 5 familias, aunque siempre siendo arrendatarios dado que los dueños siguen siendo italianos, tal como al principio. Elizabeth aún así conoce mucho de la historia del lugar, me apunta a una foto que hay en la caja diciéndome que antiguamente los barcos se abastecían acá, donde ahora funciona una fuente de soda, «siempre fue abarrotes, pero desde los años en que mi hermana estaba a cargo se invirtió en una patente de botillería (…) por la misma idea de ir renovándose», dice mientras me muestra una sonrisa orgullosa.
Respecto al desarrollo del lugar confiesa que el sector está cada vez más atractivo, con bastante más comercio y mucha vida por los universitarios, a pesar de eso siempre es necesario ir mejorando y tener presente que el playanchino es el que debe tomar conciencia de su lugar y apoyar al comercio más pequeño.
Elizabeth me confiesa que ella y su hermana no son de acá, su familia es de Linares y jóvenes emprendieron un viaje a Valparaíso en búsqueda de oportunidades. Antes de estar en el Emporio tuvieron una fuente de soda en la misma Avenida Playa Ancha, pero por cosas del destino llegaron al Almacén Naval.»Yo vivo en Viña del Mar, pero viví algún tiempo en Playa Ancha y uno se enamora de acá, como muchos universitarios y vecinos en general» Y es cierto lo que dice la señora Elizabeth ¿cómo no enamorarse de Playa Ancha?, creo que vendré a comprar más recurrentemente por acá.